Amir Segundo Cotrina Sánchez lleva hace dos meses un tanque de oxígeno como copiloto en su taxi. Lo compró para que el COVID-19 no lo deje sin aliento antes de llegar a un hospital, pero tuvo que cederlo de forma gratuita a un hombre de unos 50 años de edad que luchaba por no ahogarse en el asiento trasero de su vehículo.
La tos, la boca de pez y la mirada perdida hacia arriba le hicieron suponer a Cotrina que su pasajero necesitaba ayuda, y sin pensarlo dos veces le ofreció su balón de 8 metros cúbicos de oxígeno comprimido. Fueron necesarias 15 inhalaciones para que aquel hombre se estabilice y pueda llegar hasta una clínica para ser atendido, porque en el hospital se la habían negado.
Con el poco dinero que conseguía del servicio de taxi, Amir Cotrina continuó adquiriendo estos tanques de oxígeno y así repetiría siete veces más su gesta heroica al interior de su vehículo. Eran en su mayoría adultos mayores, con los cuales el virus se ensaña hasta la muerte.
Algunos de los pasajeros que recuperaron el aliento en el asiento trasero del taxi de Amir intentaron recompensar al conductor por su gesto, pero él apenas aceptaba el valor del producto para adquirir uno nuevo, y ayudar a otros pacientes que lo requieran. Son tiempos de escasez.
Los rumores sobre aquel héroe del volante se esparcieron por Trujillo, y pronto empezó a recibir llamadas para que auxilie a otras personas en sus viviendas. Las colas para adquirir oxígeno ya eran noticia a nivel nacional.
Dice que fueron unas 30 personas a las que ha brindado este tipo de ayuda fuera de su vehículo, pero también es cauto y cuando una paciente estaba en estado crítico, él recomendaba que vayan al hospital, porque necesitaban un equipo más sofisticado.
“Quiero recalcar esto: cuando un paciente se encuentra en estado crítico necesita ser asistido con uno de esos balones de oxígeno grande, porque ya el paciente no tiene la fuerza para inhalar el aire”, indicó.
La solidaridad de Amir es cada vez mayor, y por eso ahora lleva 3 balones de oxígeno, porque lo hace sin esperar nada a cambio, porque es del tipo de personas que siempre le ha gustado ayudar, y lo seguirá haciendo dentro de sus posibilidades, afirma mientras intenta apagar la alarma de su carro.
HOMBRE DE FE
Aunque muchos lo llaman héroe o ángel, Amir siempre les dice a sus pasajeros y a sus familiares que ni el oxígeno, ni la medicina te pueden curar tanto como Dios, por eso siempre se encomienda a él antes de salir a trabajar. Es un hombre de fe.
Se levanta a las 4:00 de la mañana para alistarse y poder asistir a las 5:00 a la reunión virtual de su congregación de la iglesia adventista del Séptimo Día. Ora por su familia, por sus amigos, por sus pasajeros y por todos aquellos que están batallando contra la enfermedad en sus viviendas, o en una cama de hospital.
Con el alimento espiritual y un buen desayuno, Amir sale a trabajar en su auto para obtener los recursos que le permitan seguir pagando su vehículo, el cual debido a la crisis económica pensó que no podría seguir pagando, pero ya logró tener un buen acuerdo con la financiera.